jueves, 7 de marzo de 2024

Escribir desde el Agradecimiento

 


Hay un versículo de la Biblia que ha girado en mi cabeza reiteradamente estos últimos días, y es que apareció una musa inesperada en su forma, pero autentica en amor, la cual con su corazón desprendido y su actuar oportuno han traído a mi memoria las palabras de Jesús una y otra vez: “Es más bienaventurado dar que recibir...”

Esta mujer no se jacta de pertenecer a las filas de ninguna religión, ni de seguir manuales de buen comportamiento como las ya inexistentes conductas de Carreño, ni tampoco de obrar correctamente imitando un tutorial de buen trabajador. Sólo es sincera y ama honestamente sin buscar lo suyo, y creo que eso, es demasiado… ¿Por qué es demasiado?, porque me hace cuestionar mi vida y el cristianismo que profeso llevar, donde Cristo me llama a seguirlo y ser como Él, a entregarme por otros sin buscar en eso ganancia, ni comodidad, ni prosperidad, ni prestigio… Esta mujer con su amor desinteresado hace que cuestione mi actuar cristiano y anhele ser más como Cristo.

Hace unos días atrás recibí un bello bolsito bordado a mano que contenía dentro un caminito de mesa de múltiples colores, unos manteles de cocina y un corazón bordado que atesoraba todos los olores del campo, todo esto hecho por las tiernas manos de una mujer. Este obrar cariñoso y desinteresado de ella, no es la primera vez que se hace presente en las vidas de mi familia y en la mía. Hace muy poco luego de la muerte de mi abuelito Gabriel, el día del funeral, donde la familia nuclear no posee el tiempo ni la mente para pensar en lo que se cocinará ese día, ella, esta amiga cercana y fiel,  nos tomó a todos y nos llevó a su casa, nos preparó unos salvadores y ricos completos y nos cobijó cariñosamente en medio del dolor y la ausencia tan latente de nuestro Negro.

Ella, es una mujer de verdad, como dice mi papá: ¡Jugada y honesta! y veo que tengo mucho que aprender de su corazón.

Querida tía Jeannette éstas líneas son para ti, es mi forma de agradecer tu desinteresado amor. Me gustaría poder hacerlo de muchas más formas y espero que el Señor así me lo permita.

Nuestras oraciones, amor y disposición están para ti y los tuyos. Y sé, que aunque no abraces ninguna religión en particular, Cristo ha hecho un trabajo en tu corazón que anhelo profundamente pueda un día llegar a su máximo esplendor con una conversión total de tu alma.

Te quiero mucho.

 

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