martes, 27 de septiembre de 2022

Él puede, tú no

Debo haber perdido la cuenta sobre la cantidad de veces que escuché frases como: "tú eres espiritual, él no", o "él es espiritual y ella no", o "ella no puede, porque es humanista" etc... Además de ser frases muy categóricas, hacían claramente una división entre cierto tipo de personas que, según el criterio de ellos, eran más o menos espirituales que otros.

 Pero, ¿cuáles eran esos criterios?

No dependía del nivel de conocimiento de la Escritura, ni comunión con Dios, claro está. El ser más espiritual para ellos, depende del grado de obediencia y sumisión que se le tiene a la autoridad y a líderes de la iglesia, en particular a Grimelda. Si le obedeces ciegamente sin cuestionar nada, de seguro ganarás su favor y te tendrá dentro de sus favoritos de la Elite.  Hay algunos que creímos firmemente en este falso principio, el cual entendíamos era Bíblico, y que según el libro Autoridad Espiritual de Watchman Nee, (el cual enseñan como lavado de cerebro en sus lugares de estudio) al obedecerle a una autoridad de la iglesia, estás obedeciendo directamente a Dios... ¡Oh, cuanto daño se le ha hecho a las ovejas y a la iglesia según esta torcida doctrina!

Algunas citas de este libro son:

"Porque la autoridad del hombre representa a Dios mismo, mientras que su poder representa sus hechos. El pecado contra el poder es perdonado con más facilidad que el pecado contra la autoridad, porque este último es un pecado contra Dios mismo"

No miremos al hombre, sino solo a la autoridad de qué está revestido. No obedecemos al hombre sino a la autoridad de Dios en ese hombre… Estamos en el camino equivocado si antes de obedecer a la autoridad nos encontramos primero con el hombre. Lo opuesto es el camino correcto. Entonces no importará quien sea el hombre”.

Si bien la Biblia enseña que Dios establece las autoridades y por ende nos insta a someternos y obedecer a ellos, el pasaje (Romanos 13:1) se refiere específicamente a las autoridades de gobierno e implica un sometimiento de forma apropiado, es decir lo correcto para relacionarse con cualquier autoridad en general, jamás pasando a llevar principios morales, ni menos la dignidad de las personas. Por otra parte, cuando habla específicamente de los líderes o pastores de iglesia, (Hebreos 13:7) dice que al observar el resultado de la conducta de estos, imitarlos. Lo cual evidentemente implica que el cristiano tiene el deber de observar con detención y examinar bajo los principios de la Palabra la conducta de los líderes.

Claramente, el contenido medular del libro “Autoridad espiritual”, es totalmente contradictorio a la libertad que tiene cualquier cristiano de observar, analizar, cuestionar e incluso pensar algo distinto a lo que pudiese plantear un líder (si no son asuntos de primer orden, no debería ser problema). Pero esta organización traza una doctrina propia e impone una autoridad humana que vine a ser la imagen de Dios mismo, a la cual evidentemente no se le puede cuestionar absolutamente nada, ya que al hacerlo estás cuestionando directamente a Dios y por ende puedes perder tu salvación.

Bajo este régimen, es que se deciden muchas cosas sobre los miembros de la organización. Algunas de ellas involucran incluso separar parejas y matrimonios ya constituidos. Así fue el caso del matrimonio de Blas y Marta, donde según la mirada de los líderes, él si era lo suficientemente espiritual, pero su esposa no. "Él puede, tú no"

Todo comenzó cuando se dio inició al lugar de estudios de la organización y Blas fue enviado desde su país natal a estudiar en dicho lugar y su esposa se volvió a su país de origen. Todavía recuerdo cuando a los alumnos se nos avisó que llegaría este nuevo compañero y Grimelda muy sueltamente nos dice: "es un hombre tan encantador, pero lamentablemente está casado... una pérdida, lo lamento por ustedes", Recuerdo haberme sentido incómoda con el comentario y algunas soltamos una risa nerviosa para salir del paso, pensaba en qué hubiese pensado la esposa de aquel hombre si hubiese escuchado eso, de seguro se sentiría mal, por mucho que ella (supuestamente) no estaba a la altura espiritual de los demás, era su esposa y eso se debía respetar.

Esa separación entre ellos duró más de 2 años, sé que Blas sufrió mucho, lo vi orar largamente y hacer ayunos por ella. Él también estaba convencido de que era la voluntad de Dios y tampoco nunca fue capaz de tomar su rol de hombre y esposo para defender su matrimonio, siempre dejó que ellos gobernaran todo en su vida.

Después de un tiempo, Marta pudo venir a su encuentro y ambos quedaron viviendo en el lugar de estudio. Se imaginarán ustedes que, por las características de esta organización, ninguno de ellos lo pasó muy bien ahí dentro, los conflictos que tenían eran visibles a muchos y si no tenías como enterarte, no había problema, por algún lado sabías, ya que la "confidencialidad pastoral" ahí es solo un mito, y tarde o temprano terminarán contando cosas tuyas a otra persona. Sobre todo, si ya no eres parte de su organización, o ¿no han hablado cosas también de mí ahora que ya no estoy?...

Pasaron algunos años y nuevamente los caudillos decidieron separarlos. Otra vez: "Él puede, tú no". Esta vez Blas volvería a su país de origen como misionero, ya que el sí era espiritual y Marta se quedaría en Chile y yo la tendría viviendo en mi casa, puesto que como le faltaba espiritualidad, tendría que encargarme de ayudarla a cambiar y que diera frutos para que quizás en algún momento pudiesen estar juntos de nuevo.

Queridos amigos, ¿se imaginan ustedes el dolor de ese matrimonio?, separados nuevamente por "causa de la fe". Tuve a Marta muy cerca todo ese tiempo y la vi sufrir tremendamente, al mismo tiempo en que yo era "dirigida" por los líderes para tratar de convencerla de que aquella separación era la voluntad de Dios. Ni yo misma estaba convencida de aquello...

Recuerdo que en ese entonces mi conocimiento de las Escrituras era muy vago, así que me dedique a buscar por internet, si existían verdaderas razones bíblicas para que un matrimonio fuera separado "por causa de la fe", como nos habían hecho creer ellos. Nunca encontré nada, ni una sola escritura que avalara esa cruel acción. Y es que verdaderamente no la hay. La Palabra de Dios dice en Mateo 19:6 "Por tanto, lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre", si bien Jesús cita esta escritura para aclarar una duda sobre el divorcio, el principio de división con el que esta organización actúa, ha terminado lamentablemente en algunos casos en el divorcio de algunos de sus miembros. La Biblia fomenta la unidad del matrimonio en su más amplio sentido y nunca la división de este en ningún sentido.

Sé que los líderes de la organización del país natal de Blas, mintieron sobre las verdaderas razones de por qué Marta no había llegado con él al país.  Me pregunto entonces... ¿Por qué mentir?

¿Miente acaso el que sabe que hace lo recto ante los ojos de Dios?

Planteo nuevamente la misma pregunta de mis escritos anteriores:                                             

¿Hasta qué punto es lícito bíblicamente, que una autoridad pueda intervenir tanto en la vida de sus miembros hasta llegar al hecho de separar matrimonios, como lo hicieron con Blas y Marta?

Se que al día de hoy Blas y Marta están juntos nuevamente, pero sé que lamentablemente siguen siendo parte de la organización. Y así como los separaron a ellos, han separado a otras parejas y matrimonios, y lo seguirán haciendo según sus conveniencias y torcidas creencias

Espero que el Señor les ayude a los que aún siguen ahí y puedan abrir los ojos y salir para tener una verdadera vida cristiana, dentro de una iglesia sana, sin angustia ni temor.

Marta, si en algún momento lees esto, quiero que sepas que me arrepiento de haberte tratado de convencer de aquello. Perdóname, ahora sé que separar matrimonios no es la forma y que los verdaderos cambios los produce el Señor, en su tiempo y a su forma.

domingo, 25 de septiembre de 2022

Historia de la Princesa y el sapito

Había una vez una linda princesa llamada Ana, que vivía en una apartada comarca de la región y se esmeraba al igual que varios de sus habitantes, sirviendo con un corazón honesto y obediente a su Rey. Esto realmente la llenaba de gozo y se esforzaba por ello cada día, creciendo en los principios y ordenanzas, que ella creía, venían del Rey mismo.  Sin embargo, quien realmente determinaba los estatutos de aquel cerrado distrito, era una mujer llamada Grimelda, persona seductora y hechicera, a quien por cierto todos adoraban y rendían culto dado sus supuestos dotes de poder y adivinación.

Esta princesa tenía el anhelo de poder encontrar al príncipe indicado y así poder formar una sólida familia que sirviera al Rey de por vida, este era también el deseo de muchas otras bellas y serviciales princesas, pero para muchas los años fueron pasando y vieron diluirse sus sueños y anhelos entre supuestas visiones y eternas esperas...

Un día la princesa Ana, caminaba tranquilamente por un puente, el cual solía visitar para hablar con su Rey. Mientras se encontraba concentrada en su conversación, comenzó a escuchar el croar de un sapito insistentemente. Al buscar con su mirada de donde venía el sonido, se dio cuenta de que había un sapito sobre un nenúfar, el cual la miraba fijamente con clara intención de hablarle. Sin mucha cautela y con poda delicadeza, el sapito saltó rápidamente a la baranda del puente y le dijo a Ana si le gustaría conversar con él. La princesa titubeó un poco, ya que le pareció un poco apresurada su intervención, pero poco a poco accedió, pues las posibilidades de conversar con otros sapitos eran muy escasas.

El sapito, el cual llevaba por nombre Bebai, avanzó rápidamente en la conversación y le propuso juntarse a hablar cada tarde en el mismo lugar para conocerse. La princesa aceptó, puesto que el sapito gozaba de cierto "adquirido prestigio" dentro del distrito, aunque bien sabían los sapitos cercanos y algunas princesas que poco o nada le gustaba trabajar y qué más le acomodaba dirigir obras y observar el trabajo de otros.

A los pocos días de conversación entre ambos, la hechicera Grimelda ya se encontraba al tanto de toda la situación, y como era su costumbre, ya había dirigido a ambos con sumo detalle en como debían seguir relacionándose. Ya que como buena hechicera, tenía información privada de ambos y sabía muy bien como poder utilizarla.

Con el pasar del tiempo, la princesa Ana, comenzó a sentirse enamorada del sapito Briar, y parecía que él correspondía también su amor. Las cosas marchaban bien, curiosamente Grimelda estaba muy de acuerdo con esta unión, actitud no habitual en ella, ya que por su excesivo perfeccionismo y narcisismo nunca se encontraba complacida y satisfecha con nada, menos con una unión de pareja con deseos de formar una familia, puesto que ella misma era desdichada en su connubio, pretendía y aspiraba con eso que ojalá muchos abrazaran la soltería, porque evidentemente siempre es más fácil controlar y manipular a una persona sola que aun fuerte cordel de tres hilos como lo es el matrimonio.

Una bella tarde, el sapito Bebai, decidió dar un gran salto y le propuso matrimonio a Ana. La princesa, muy emocionada, no dudó en responderle y en el mismo momento le dijo: "¡Acepto!". Todos a su alrededor se llenaron de alegría, ya que como antes mencioné, no era usual que alguien contrajera matrimonio ni menos con el camino tan despejado como era el caso de este.

Comenzaron los preparativos e incluso los proyectos futuros con viajes para servir a su Rey en otras comarcas, todos querían ser parte en ayudar a la pareja, pero Briar parecía inquieto y se podía ver claramente que no lograba disfrutar de los preparativos de su boda.  Un día de aquellos, mientras organizaban detalles, Ana notó que algo le sucedía al sapito y le preguntó si se sentía bien, a lo que Bebai respondió que no estaba bien y que necesitaba hablar con ella. Ambos se sentaron frente a frente, Ana notó un alto grado de nerviosismo y angustia en Briar y ella misma también comenzó a ponerse nerviosa. En plena tensión, Briar sin mucho cuidado, le dice que hay algo de él que necesita contarle, y de su gran bocaza sale la siguiente frase: -"me gustan los sapitos, ... no las princesas", para Ana el tiempo comenzó a correr lento y pensó que quizás ella no estaba entendiendo bien. Así que pregunto: - "¿cómo?, ¿cómo que te gustan los sapitos y no las princesas?

Eso mismo le dijo el sapito: - "me gustan los sapitos como yo, y no creo que pueda convertirme en hombre con un beso tuyo para que me logre enamorar de ti"

La princesa quedó destrozada, no entendía como el sapito había hecho tal cosa, porque le había hecho creer que la podía amar, cuando en realidad él no podía sentir afecto natural por una mujer. Lo más triste de todo es que Grimelda y otros cabecillas de la comarca estaban al tanto de la situación del sapito Bebai y sabiendo aquello, impulsaron una relación fundada en la mentira y que además era imposible llevar a cabo.

Yo no juzgo al sapito por su condición, si el sapito no ha dado rienda suelta a sus deseos lujuriosos y ha decidido luchar en contra de ellos, está bien, que el Señor le ayude y tenga misericordia de su vida. Sé que El verdadero Rey es capaz de renovar la vida de cualquiera que sea hijo.

Pero querido amigo, mi intención acá no es enfocarme en la princesa y el sapito, sino en el gobierno que ejercen los caudillos de esta comarca. Piensa, ¿qué tipo de persona es capaz de hacer algo así?, de fomentar una mentira y dañar tanto a una persona innecesariamente, para luego darse cuenta de que su plan no funcionó y entonces decirle descaradamente a la princesa que fue "una prueba" del Rey a su vida.

¿Bajo qué principios pueden los líderes controlar tanto la vida de una persona?

¿Es válido el engaño para lograr un propósito?

¿Estará de acuerdo el Rey con esta manera de actuar?

Amigo, si no logras ver lo que aquí expongo, te invito a que leas y estudies a profundidad el Libro del Rey y vayas viendo con tus propios ojos cuál es Su verdad y lo compares con lo que te han enseñado falsamente.